lunes, 20 de agosto de 2012

Recuerdos de la felicidad. Capítulo 4. - Traición.


¿Por qué ahora? Marcos era inoportuno hasta cuando no intentaba serlo. ¿A caso era necesario hablarlo? ¿Qué necesidad tenía de remover mis sentimientos y mis recuerdos? ¿Por qué tenía que recordar ese accidente, esa traición? No me resultaba lógico. Otra pregunta me rondaba la cabeza, ¿qué les interesaría a los empleados del camión de mudanza a saber todo esto? Iban dejando caja y caja en el recibidor. Algún que otro mueble. Mañana llegaría el siguiente que traería todas nuestras pertenencias.
-Lo prometiste.- dije murmurando mientras me levantaba. Me encontré con la mirada de Marc, tan fríbola como siempre, aun que esta vez dejaba transmitir algo más. Desesperanza. Dolor. - Prometiste que aquí se olvidaría todo.
- Lo sé. - las palabras salían atropelladas de su boca. Él tampoco quería hablarlo. - Pero lo necesito. Lo necesitamos, Nathan. - se incorporó en el sofá. Se acomodó el pelo con las dos manos, en cierto modo, como señal de estrés. Me puse las manos en los bolsillos, esperé a que empezara, pero aún no estaba listo. Miró por varios segundos la chimenea, cuando bajó la mirada al suelo, empezó a hablar. En el fondo sabía que hacía falta desahogarse, pero no. No quería. Esta vez no, allí y en ese momento, no. Tal vez él lo hiciera, pero yo no tenía ninguna intención de hacerlo. - Desconozco cómo nos pasó esto. Desconozco como afectó a nuestro cerebro el accidente del que tú y yo, sin saber cómo, salimos vivos. Hemos dejado mucho por esto, Nathan. - se señaló la sien.- Todo empezó con esto.- Mi mirada se desvanecía en el fuego. Seguía de pie, con las manos en los bolsillos, oyendo los pasos de esos hombres que tenían mis cosas entre las manos, dejándolas en el suelo de aquel recibidor. Mis ojos no paraban de fijarse en ese fuego, que al igual que yo, era esta vez feroz e imparable. Esa noche mi hermano enterraría sus recuerdos ahí, y acabarían como las llamas que calentaban la habitación, en cenizas. - Intentamos ignorar esto por un tiempo, pero tenía catorce años, tenía la necesidad de contárselo a alguien que no fueras tú, de contárselo a alguien de confianza para no estar sólo. Y se lo conté al tío Adam. - Esta vez giré la cabeza para verle. Hizo una mueca de dolor mientras bajaba la cabeza de nuevo. Eso dolía. Vi como su mandíbula se tensaba fuerte. Comenzó a hablar otra vez.- Te pido perdón por eso. Te arrastré a ese error que tuve. Se lo conté sin necesidad alguna, y se lo conté absolutamente todo con pelos y señales cuando no era necesario. Confiaba en él y me falló. Me falló como nunca nadie me había fallado. 
- No te culpo por ello, Marc.- logré decir. Intenté que mi tono sonara pacífico y sincero, pero por mis palabras siempre se colaba un tono de odio. Odio a ese tema de conversación. Odio a esa etapa de nuestras vidas. Odio a Adam, que sólo me transmitía asco y traición.
-Pero yo sí.- dijo. Esas palabras llegaron a mis oídos como un zumbido insoportable. - Siempre lo he hecho. Porque después del accidente, siempre me culpé. ¿Por qué me empeñé en ir a visitar a Adam? ¿Por qué ese día logré convencer a mamá de hacerlo? ¿Por qué te obligué indirectamente a subir a ese coche con la edad de once años, condenándote así a esto? Me culpo por contarle a Adam que tú también formabas parte de este don, que para mi, es más bien una maldición. Nos vendió como si fuéramos juguetes y después...
-Después nos puso precio.- dije con odio.
-Perdón. - apareció uno de los hombres que transportaba las cosas del camión de mudanza. Lo miré. Supongo que intuyó que nuestra conversación no era agradable, porque se quedó mirándome con curiosidad, estaba perplejo.- ¿Dónde dejamos este sillón? - dijo señalándolo.
Me quiero ir a casa. -pensó otro de los hombres.
-Déjenlo por ahí. - comentó Marc.- Ya lo colocaremos mañana.
-Como usted mande.- dijo.
Como usted mande, señor me compro un sofá de piel porque tengo pasta.- pensó.
Marc formó una media luna en su boca. Ese tío no tenía ni idea de que podíamos abrir su mente como si fuera un libro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario